jueves, 23 de julio de 2015

Hoy es el día.

¿Sabéis el día en que os azota un
viento nuevo y os despereza,
como un golpe fresco
que despierta de un letargo profundo?

¿Sabéis el día en que camináis,
observando neutrales la deriva del todo,
las gentes sonríen,
las otras atareadas,
las calles repletas,
el mendigo en la calle,
la fortuna en su esquina,
el asco que acecha y la penumbra que alumbra,
todo prosigue como si nada
y el sol pega vertical
como una flecha ardiente,
pero tú, tú
buscas un rincón en que echar tus lágrimas?

¿Sabéis ese día?
hoy es el día,
he caminado siempre en las sombras,
la verdad enterrada,
y el viento de la madurez
que levanta las hojas del otoño,
amarillas,
que tapan los males
con su leve olvido mortecino,
yaga pulsante que no olvida
espera a mostrarse.

Hoy es el día,
hoy es el día en que el viento
se llevará las hojas
y mostrará la herida,
y caminaremos por la deriva de la vida,
y el sol será vertical, las gentes
andarán deprisa,
se cruzarán como si nada.
Y tú en medio de todo.

Los desgraciados que invocarán a la suerte,
la casualidad de su desgracia,
simplemente.
Y aquellos ojos que me miraban,
que se echaron a llorar,
no me dijeron nada.
Simplemente,
no lo entendía.
¿Era la rabia por lo que no sentía?
¿Era la introspección,
la zambullida en el alma, la apatía,
el velo de la pasividad?
¿Era el viento fresco otoñal,
la resaca de la infancia,
el aclarecer de la madurez?

¿Sabéis el día en que el golpe
de la realidad despeja las dudas,
el agua de la verdad te sacude la cara,
te empapas de lo inevitable
y de pronto todo lo contemplas?

Pues hoy es el día.

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