jueves, 26 de diciembre de 2013

Puerta 13 Capítulo 3

3

Los siguientes acontecimientos pasaron demasiado rápidos. Son de aquellos sucesos traumáticos en los cuales el miedo te invade y te paraliza. Te falta aire en los pulmones.  No puedes  hablar, ni mucho menos gritar. Que con el tiempo acaban siendo nada más que recuerdos efímeros, reprimidos a un subconsciente, pero dejando una gran huella tras su paso. Y como es bien sabido, el mayor terror aparece con lo conocido. Cuando estos recuerdos vuelven a un presente.
La expresión de la cara del científico cambió, sus ojos estaban inyectados en sangre mirando fijamente el cuerpo situado encima de la camilla. Agarró la vara metálica con ambas manos y la colocó amenazante delante de él, apuntando con la punta de diodos al monstruo tumbado. Quiso matarlo, quiso acabar con aquello. Agredió con fuerza contra el vientre. Se pudo ver una descarga eléctrica que sacudió violentamente, retorciéndolo, el cuerpo pasivo.
Las luces centelleaban, emitían destellos irregulares, debido por un aumento de la tensión. Sudoroso, el científico contemplaba con la mirada perdida el cuerpo. Estaba fuera de sí, se preparó otra vez para una segunda estocada. Fue a golpear ahora aquella cabeza prominente.
De repente todo oscureció. La luz se había ido.  Un destello blanco en medio de la sala, un cuerpo retorciéndose y un grito. Aquel grito.
Cuando cesó el destello la luz volvió nuevamente. Todo estaba sumido en un completo silencio, y a la vez envuelto en aquella tenue atmósfera.  Todo parecía irreal, como si de una espantosa pesadilla se tratara.
Markovic, inmerso en sus pensamientos y  bloqueado por el miedo, se preguntaba a sí mismo si aquello que había visto no había sido más que un vil juego de su mente.
Sí, eso  es… Esto no es real…
Aún en su espanto observó más detalladamente la macabra escena que presenciaba. La tenue luz dejaba entrever lo sucedido. Había un cuerpo en el suelo. Markovic se levantó y se acercó. Alrededor del cuerpo había sangre, mucha sangre. Entre las manos de la víctima había una vara metálica. El cuerpo tenía el cuello abierto, y una gran herida en el abdomen donde asomaban las entrañas. El rostro de aquella víctima expresaba el propio miedo:  pálida y fría como sus mismos ojos. 
Su respiración se agitaba cada vez más, su corazón no paraba de bombear. Levantó un poco más la cabeza y lo vio. Encima de una de las lámparas estaba el segundo científico, o por lo menos lo que quedaba de él. Su cuerpo pendía bocabajo sujeto por el alambre de la lámpara, el cual le rodeaba la pierna. Le faltaba medio torso y un brazo. La carne que aún le quedaba estaba cruelmente mutilada. Un torrente de sangre bajaba desde esa gran dentellada del vientre hasta la cabeza y goteaba creando un charco grande en el suelo. Se giró inmediatamente para quitar de su mente aquella imagen. Pero, se encontró con una peor estampa. Su corazón paró de latir. Tragó saliva.  Delante de él estaba la camilla quirúrgica donde antes  hubo estado el experimento de la puerta 13. Las amarraderas que lo hubieron sujetado estaban rotas.  Había desaparecido, había escapado.
La ventana de la galería superior donde observaban los demás científicos del centro estaba rota. Era imposible creerlo, pero sus ojos no le engañaban: había atravesado los 15 centímetros de cristal a prueba de balas. Y a pesar suyo, no oyó ningún grito, ningún hombre pidiendo ayuda, estaba solo, solo ante él.
No podía pensar con claridad, inconscientemente corrió hacia la puerta de entrada de la sala. Utilizó la palanca de obertura manual que se había colocado previniendo un fallo en el suministro eléctrico. Atravesó la puerta ya abierta casi corriendo, tenía que buscar a alguien, seguro que alguno de sus compañeros había escapado de sus fauces como él.
El pasillo que conectaba la sala de operaciones con el resto de la instalación se veía más tenebrosa de lo que era habitual: luces de seguridad titilaban formando sombras de monstruos acechantes, ruidos de cañerías y conductos de refrigeración estropeados por la sobrecarga daban el ambiente preciso de clamores y rugidos dando vida a aquellas sombras. Charcos en el suelo, polvo en suspensión y la luz tenue, palpitante; aquella visión zozobraba el ánimo a Markovic. Impotencia.
Es difícil comprender como a veces el menor detalle da un vuelco a nuestros sentimientos, los transforma, los cambia. Pasamos en un instante del completo hundimiento, parálisis del miedo, a recobrar el color, a levantarnos. A veces, los pequeños detalles dan un atisbo de luz, una razón, una esperanza a la que aferrarse y por la que liberarse de las manos que nos aletargan, para escapar del Miedo.
¡Voces! No estoy solo.
Eso fue. Escuchar las voces de algunos supervivientes le dio la fuerza suficiente para atravesar corriendo aquel pasillo. Torció a la izquierda y se encontró en una sala circular. Enfrente de él se encontraba el pasillo que conducía a los laboratorios de investigación y búsqueda de plásmidos,  a la derecha el hall principal de aquella planta con los ascensores, que en aquel momento estarían inservibles, y a la izquierda el laboratorio de experimentación animal. Volvió a oír las voces, sin duda provenían de los laboratorios de animales. Entró dentro. Era una sala de mil seiscientos metros cuadrados, de doble altura, y con galería en la planta superior que daba vista hacia el centro de aquella estancia. en ella estaba situadoas las salas destinadas a la investigación. Estas salas estaban separadas por paredes de unos dos metros cincuenta de altura, sin techo.
Miró a los lados del pasillo que había alrededor de aquellas salas. La calculada colocación de un generador de emergencia para abastecer a los microhábitats ahí presentes alimentaba los focos necesarios. Uno de ellos, situado en el pasillo perpendicular al cual se encontraba el hombre, iluminaba la esquina. Una sombra vagamente familiar se podía observar en ella. Caminó hacia aquella esquina del pasillo. Sin duda esa sombra pertenecía a alguien, de alguna persona, de algún superviviente. Inmediatamente comprendió, las voces pertenecían de aquel hombre, y si era un hombre, él no estaba solo ahí, y por tanto podría haber más científicos que no hubieran perecido por aquel error de experimento.  Notó que la sangre corría veloz en sus venas, que algo fluía dentro de él y le animaba a continuar andando, ¿esperanza?
Una mueca que quería parecer sonrisa se vislumbraba en sus labios, sin lugar a dudas quería girar la esquina y saber quién era aquél individuo.

 

Puerta 13 Capítulo 2

2

Se abrió la puerta pesadamente. Todos los científicos desde la galería estaban expectantes. Los dos hombres que estaban junto a la puerta de aquella sala,  entrecerraron los ojos para ver mejor el interior de aquel recinto. Cuatro paredes de hormigón armado formaban aquella habitación, iluminada por cuatro fluorescentes de tenue luz. La sobriedad de aquello delataba lo que albergaba en su interior.  El cual, tendido sobre aquel suelo, transmitía cierta turbación en el ambiente, cierto recelo desconfiado hacia un posible sobresalto.  La figura se encontraba doblada sobre sí misma, en una posición fuera de lo normal –e imposible para un ser humano corriente- sobre el suelo gris y rugoso. Alrededor de aquella presencia había unas manchas untuosas de color verde, como si de sangre se tratara, que probablemente de él habían salido. Los científicos se acercaron. Primero el que estaba armado con aquel dispositivo de descargas, y después, más retrasado, el científico con la libreta.
                -El objeto  a observar se encuentra en estado de catalepsia, sus constantes están fuera de lo común. Es posible que se le pueda dar por muerto. – Subrayó el que sujetaba la libreta.
El hombre movió el cuerpo inánime ayudándose de la vara con diodos. Lo que se pudo ver fue un cuerpo antropomorfo, carente de piel y con los músculos pútridos. Si no hubiese sido por su macrocefalia cualquiera lo hubiera confundido por un hombre sin vida; sin vida desde hacía unas semanas.
Lo desconcertante era aquella prominente frente con aquellos grandes ojos oscuros, fríos y profundos y aquella boca carente de labios.  Como una sonrisa perversa, en la cual, unos dientes afilados de depredador ofrecían cierto toque siniestro.
-El individuo ha sufrido una considerable mutación referente a la base inicial y al pronóstico del laboratorio. Puede estar debido a un fallo en la introducción del gen nuevo, o del virus transportador del episoma. El resultado ha sido esta atrocidad de ser diabólico que, después de una semana de la infiltración, ha sufrido semejante… ¿metamorfosis? Algo sobrenatural, o que roza la barrera de lo natural. –Explicaba otra vez. –El paciente ha sufrido una necrosis en la  musculatura y la pérdida de la piel, a parte de la considerable macrocefalia.
Se dispuso a agarrar al ser con una pértiga en la cual había un lazo metálico para ese fin. Lo agarraría y lo arrastraría hasta colocarlo en una camilla quirúrgica para empezar a comprobar los efectos interiores de aquella nueva inyección,  el HIC 34. Un autopsia para ver el resultado de los experimentos, un “prueba -error”.
Pero lo que sucedió a continuación estuvo fuera de todo pronóstico.
El doctor agarró el cuello del objeto a estudiar con el artilugio. Se dispuso a arrastrarle hasta sacarle de la habitación. Pero se vio interrumpido por un silbido repentino, un ruido  estridente y agudo que bloqueaba por completo a los doctores que se encontraban abajo, y, sorprendentemente, también a la gente que estaba detrás de la galería.   Frente a tal sonido los doctores solo pudieron agacharse y taparse los oídos para evitar, o por lo menos intentarlo, caer presos de ese estridente ruido.
El suceso apenas duró unos segundos.  Unos segundos que hicieron mella en aquellos afligidos.  Pero sin duda, lo más perturbador fue aquella nueva sensación que empezaron  a percibir. El primero en darse cuenta fue Markovic, el cual se había escondido detrás de la mesa de control vigilando con atención lo que sin duda para él fue la causa del estruendo. Notó un cambio, un pequeño detalle, o más bien tuvo un presentimiento. Un presagio de que algo no iba bien, e iría a peor. Se fijó en aquellos ojos grandes antes vacíos. Tenía la sensación de que aquél ser le observaba y le sonreía con aquella dentadura sin labios. Sus ojos negros le hipnotizaban, penetrándole a través de sus pupilas. Él podía ver sus pensamientos. Sabía en qué estaba pensando. Le sonreía.  Esta sensación le llenó de terror. Quiso huir, pero no podía.
Los científicos se recuperaron del siniestro suceso, intentando dar una explicación a lo inexplicable, sacar una hipótesis pedida por su cometido científico.  Se quiso continuar con el análisis del cuerpo del sujeto, olvidado desde hacía un rato.
-Sigamos con el proceso de análisis, por favor, manténganse serios y vuelvan a su sitio para proseguir. – Dijo una voz grave en la sala.
Los hombres que estaban abajo se levantaron tras haber cedido contra aquél sonido agudo y echarse al frío suelo protegiéndose con los brazos y las manos los oídos y la cabeza.
Cogieron el aparato que aún seguía atado al cuello del individuo. Su respiración resultaba curiosamente acelerada, delatando cierto terror hacia un presentimiento. Las manos, y en general todo el cuerpo,  del hombre que tenía que arrastrar al individuo temblaba.
Lo colocaron encima de la camilla quirúrgica y  ataron bien fuerte todas las extremidades para evitar un posible sobresalto. Colocaron una lámpara  cenital justo encima de la camilla y cogieron el material necesario para la intervención. Unas gotas de sudor corriendo por la frente de los científicos demostraban la tensión de aquel momento, se temían lo peor. 
Mientras tanto Markovic, que aún no se había movido, observaba desde la misma sala en una esquina. Le inquietaba lo que pudiera haber dentro de aquellas entrañas, y sin duda, quería saber qué era aquel monstruo, que pese a las observaciones que señalaban el estado exánime, había producido tal fenómeno.  Algo dentro de él le dijo que el espectáculo no iba a acabar aquí, únicamente había empezado.
El hombre cogió un bisturí mientras calculaba con cierto nerviosismo por donde iba a abrir. Su compañero estaba situado a su lado y sujetaba la vara metálica, que al parecer hacía sentirle más seguro. El silencio reinaba en la sala cuando se procedió a cortar el vientre del experimento. Lentamente acercó el bisturí al lugar donde iba a iniciar el corte. La cara del hombre era de completa concentración.  Sus ojos estaban fijos en aquel mismo punto donde se juntarían acero y carne.
En el mismo momento en el que se producía el contacto,  algo similar a una descarga recorrió el brazo del científico, lo cual hizo que lanzara el bisturí violentamente al suelo y cayera hacia atrás. Su compañero sobresaltado hizo ademán de ayudarle, pero no apartaba la mirada de aquella camilla. Quién estaba en el suelo, paralizado, gemía. Los observadores, debido a la rapidez de lo sucedido, no comprendían que pasaba, algo iba mal.
-¡No es algo natural… mundano! – Dijo quedamente, al parecer recuperado, el científico mientras se levantaba. Miró aquellos ojos negros, fríos, penetrantes. Había algo en ellos que los hacía hipnóticos.
-Hay que acabar con esto…- Dijo otra vez, mientras cogía la vara metálica de su compañero.
Quien pudo estar ahí abajo seguramente notó aquella brisa fría, la típica brisa que te eriza los pelos de la nuca presagiando algo trágico, un preludio de lo que vendrá después.

Y después cesó. 

sábado, 21 de diciembre de 2013

Fábrica de Pensamiento.





De la cadena de montaje saldrán individuos de pensamientos inculcados cual androides automatizados sin iniciativa propia, serviles y obedientes, leales y mansos. Entonces los patrones de las fábricas les darán al botón de ON y todo el ejército de autómatas avanzará en la misma dirección. Bienvenidos a la Fábrica de Personas, eso es lo que quieren, gente ignorante incapaz de entender todas las manipulaciones de las que son objetivo y que se sienta orgullosa de pertenecer a una “Gran Sociedad Todopoderosa” que por su sabiduría inalcanzable e incuestionable se dirigirá certeramente hacia el progreso.

El proceso es sencillo: Imaginemos una cinta transportadora en la que individuos desnudos e inexpresivos avanzan a ritmo constante. A continuación vamos añadiendo piezas metálicas grises faltas de color y sentimiento. Un corazón de hojalata, unas manos torpes, sin destreza preocupante para que no pueda llegar a sobresalir en alguna habilidad excepcional. Altura dentro de la media y peso dentro de la media. Con la base fisiológica conseguiremos que los individuos no se vayan por un camino individualista y que se pregunten sobre su valor dentro de la sociedad. Una vez tenemos todos los miembros y extremidades ocupando su lugar preciso pasamos a programar al individuo. Dosis de conocimientos básicos y falta de filosofía práctica para evitar ideas brillantes que alteren el orden establecido. Se les ofrece una ideología basada en unos derechos aparentemente muy esenciales. Insertamos unos protocolos en la memoria destinada a la moralidad y el comportamiento. Unos postulados ineludibles en el procesador central de toda la información serán los encargados de organizar todas las conexiones neuronales: orgullo al pertenecer a una sociedad en progreso exponencial, admiración hacia los capitanes que llevan el timón hacia la vanguardia, temor e indiferencia a lo no revelado, búsqueda del éxito laboral a base del esfuerzo que será recompensado justamente. Como fase final de la cadena de producción cada individuo recibirá un sello como certificado de su procedencia de la que se sentirán orgullosos y llamarán “Patria”.

Robots que trabajarán para beneficio del alto mando y que absorberán todas las decisiones superiores cubrirán el grueso de la sociedad, preparados para trabajar. Como recompensa de su gran esfuerzo recibirán un salario básico que será derrochado en ocio inútil y ayudará al mantenimiento del orden establecido. Los mandos superiores ejercerán su poder adquirido por mayoría absoluta resultado de una votación esclarecedora y de sentencia unánime. Su esfuerzo por llevar el mando de la sociedad argumenta todos los lujos y comodidades de las que disfrutan.






jueves, 28 de noviembre de 2013

El acorde final.

Todo era una densa niebla enfrente de él, no conseguía librarse de ella, todo se le venía encima. Niebla insaciable, inmensa, infinita, no tenía compasión, engullía todo signo de esperanza. No había solución, no existía vía de escape, la desolación en forma de niebla. Indefenso, desesperado ante aquella vasta nube que le derrotaba. Cada vez se sentía más acorralado. Confusión, soledad, indecisión, duda. Como unas fauces hambrientas de alma que venían a por él. Pero levantó la cabeza y un haz esclarecedor salió de su ser. Un haz de voluntad que hizo frente a las tinieblas. En aquel momento supo que había decidido su destino, estaba condenado. Pero avanzó. Aquella turbulenta bruma retrocedía ante su decidido paso. La niebla se disipó rápidamente con un angustiado gemido que reflejaba la derrota. Entonces supo lo que debía hacer. Un gesto delicado y las manos se deslizaron por el piano. Sonó la melancolía dulce y clara del preludio y lo siguió una tormenta de emoción y rabia desahogada en fuertes acordes. El piano era él y él era el piano. La música misma estaba reflejada en su rostro. Estaba llevando a cabo la interpretación más arriesgada y personal de su vida. Llegó a un punto peligroso, su vida corría peligro. Había decidido entregarse en plenitud. Había perdido el control de su ser, la música misma se expresaba en su manifestación más pura. A medida que interpretaba la obra oía los lamentos y gritos ahogados que en ella se escondían y se integró en la profunda tristeza que en ella había escrita. No podía soportarlo pero había decidido afrontarlo aún sabiendo que podría acabar destrozado. Empezaba a sentir dolor, un dolor muy intenso en el pecho. Había perdido la mente, el control. Pero era imparable. Acabó. Un silencio asombrado por lo que se acababa de presenciar. Los presentes estaban abatidos ante tal espectáculo macabro. Habían presenciado la agonía de un demente perdido por la música. Entonces, moribundo, el pianista se levantó con dificultad, se inclinó hacia el público y, acto seguido, cayó inerte encima del piano haciendo sonar el acorde final de su vida.

viernes, 4 de octubre de 2013

( Título Indiferente )


Tiene el asombroso poder de jugar con nuestros sentimientos, hacernos sentir, a placer, de la manera que ella guste. Puede parecer un gusto macabro, un placer siniestro pero, al final, resulta reconfortante para la víctima. Somos meros sujetos de pruebas que derramamos lágrimas, esbozamos delicadas sonrisas, liberamos entusiasmo, rabia, amor y miedo siguiendo el compás que ella nos marca, hipnotizados por su magia. Y cuando queremos tenerla a veces es difícil alcanzarla. No la entendemos. Otras veces te seduce y caes en su trampa. Entra en tu cuerpo y te utiliza cual marioneta de un endiablado espectáculo. Esas veces fluye por ti hechizado por sus poderes y pierdes la noción del tiempo, el sentido del norte. Pero entonces sientes lo que ella, hablas como ella, eres ella.

lunes, 10 de junio de 2013

Comer macarrones refuerza los vínculos sociales

    He leído un artículo editorial perteneciente al diario El País en el que se trata, una vez más, el tema “crisis” pero, esta vez, alzando un ánimo de: Venga, que no estamos tan mal. Está bien la visión optimista de las cosas, siempre hay que tener confianza en uno mismo para salir de la situación en la que está o simplemente, confiar en que un golpe de suerte puede llegar a darte ese empujón que necesitas. Si no fuésemos optimistas, no llegaríamos a conseguir ningún propósito. Ahora bien, no está bien ser optimista de pose. 



    ¿A qué me refiero? Bien, en la situación en la que estamos, nos ha tocado sufrir una crisis económica de la que la población de a pie no es culpable, de la que son culpables los peces gordos de las finanzas y todos aquellos “que se han hecho a sí mismos” construyendo bloques y bloques de hormigón armado, nada bonitos, que se alzan imponentes destrozando la belleza costera en alguna parte del litoral español. Entonces, supongo que a alguien de a pie que coja este artículo editorial y lea  “los privilegiados que pueden trabajar al día siguiente” y seguidamente “Y reunirse en casas en vez de salir por ahí contribuye a reforzar vínculos sociales” no creo que le haga mucha gracia. Creo que lo que comienza intentando ser algo cercano, un grito de ánimo, termina en una broma un poco pesada que te baja el ánimo riéndose de aquellos que no van a cenar fuera y refuerzan vínculos sociales debido a eso, debido a su poco dinero. Como ejemplo, me viene la siguiente frase esclarecedora a la cabeza: “Tranquilos, no tenemos ni un duro, comeremos macarrones que es lo más barato, porque no podemos ir a cenar fuera, mientras reforzamos nuestros vínculos sociales”. Esta editorial me ha parecido una pose un poco triste, el que la ha escrito, uno de esos privilegiados, seguramente bastante privilegiado (posiblemente el director del periódico), te dice que no podrás seguir teniendo el nivel de vida que tenías antes porque no tienes dinero, igual tampoco trabajo, pero que no te preocupes, que de tu ruina sacarás los increíbles buenos hábitos de ahorrar ligeramente cerrando el grifo mientras te lavas los dientes o siendo ecológico debido a que usas el transporte público. El mensaje que intenta ser un poco cómico y cercano respecto a la situación económica no tiene gracia cuando el que se ríe no es como tú. Te puedes reír de ti mismo, eso siempre ha dado resultado, pero no lances un mensaje “optimista” de imagen con alguna broma que, aunque bien intencionada, te hace acabar reflexionando sobre el triste plato de macarrones que tienes para cenar que se compensa con tu nuevo hábito solidario con el medio ambiente. Exagerar sí que he exagerado, pero lo que venía a decir lo he dicho.




El artículo: http://elpais.com/diario/2012/02/07/opinion/1328569203_850215.html





miércoles, 29 de mayo de 2013

De un asunto que acaba siempre con viajes espaciales.



Ha salido el tema de Borges. Había un texto. Un texto de Borges. El texto decía algo de los "Cartografiadores" y la "Gran Escuela", pero lo que más llamaba la atención era lo de: 

"El Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una Ciudad, y el mapa del Imperio toda una Provincia. Con el tiempo, esos Mapas Desmesurados no satisficieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él." 

Entonces ha surgido un debate tan extraordinario como raro. ¿Qué es real; qué no es real? ¿Es real un mapa de estas proporciones? Quiero decir, ¿es posible? La lógica tradicional (y nuestra falta de imaginación) nos da a entender que este debate es algo completamente absurdo. Este texto era uno de tantos ejemplos del universo borgiano. Pero un alma iluminada ha dicho que sí que creía en esa posibilidad. En la posibilidad de un mapa de esas dimensiones. 

Vale, supongamos que esto es un tema serio: Esto un tema serio. La teoría en la que se basa esa mente iluminada es probable que sea la de "no se ha hecho porque a nadie se le ha ocurrido". Es algo que tiene sentido. Suponemos que sí se tiene todo el material necesario para hacer un mapa de toda una ciudad. Pero, lo de empapelar todo un imperio... A partir de entonces he empezado a especular sobre si, ya puestos, sería posible empapelar la Tierra. Pero todo ello con un razonamiento lógico. 

Para empapelar toda la Tierra de un mapa a escala de la Tierra vamos a necesitar mucho papel. ¿De dónde sacamos tanto papel? Tendremos que fabricarlo a partir de madera que hemos conseguido a partir de los árboles. Todo esto lleva a la siguiente cuestión: ¿Hay suficientes árboles para empapelar la Tierra? Supongamos que sí, pero que, para hacerlo todo más real, el número de árboles es justo. Entonces otra gran idea se suma a toda esta retahíla de grandes ideas: podemos modificar el grosor del papel para conseguir una mayor cantidad. Entonces hemos empapelado la Tierra. Pero, no hemos contado con posibles errores cartográficos que llevarán a desperdiciar papel para hacer el mapa. Esto nos hace llegar a la conclusión de que necesitaremos más papel que el justamente necesario para hacer el mapa a escala real de la Tierra. Dada esta situación, llegamos a algo todavía más problemático: ¿de dónde sacamos más papel? La respuesta es simple,  necesitamos más árboles. Y a partir de aquí empieza la carrera espacial. Sí ,amigos, aquí entra en juego la siguiente cuestión: ¿hay vida más allá de la Tierra? La respuesta a esta pregunta es estrictamente necesaria para llevar a cabo nuestro mapa. Ahora vamos a suponer que se nos han acabado los árboles en la Tierra. Necesitamos más árboles para hacer más papel, y como estos son una forma de vida, tendremos que buscarlos más allá de la Tierra ,donde los hemos exterminado para este acometido, en algún lugar donde exista también la vida. Pero no vayamos tan rápido, si suponemos que hemos encontrado un planeta con vida extraterrestre de entre la cuál existe algún tipo de planta de la cuál podamos obtener algo parecido, similar, al papel que necesitamos, es muy probable que tengamos que viajar por el espacio y, a su vez, es muy probable que tengamos que viajar varios años luz de distancia. Es decir, requiere, al menos, una gran cantidad de tiempo el llegar a ese planeta.


Aún se podrían añadir muchos factores más que podrían influir en el proceso de creación de un mapa terráqueo a escala real. Pero creo que con esto podemos sacar unas pequeñas conclusiones: 
El proceso de elaboración de un mapa de la Tierra a escala real, es decir, que coincida con la misma Tierra, es algo que requiere de la más avanzada tecnología. Será necesario una gran cantidad de material y, si de ello se precisa, conseguir, además, recursos de otros planetas bastante lejanos al nuestro en los que se den las condiciones de que existan formas de vida parecidas a las necesarias para obtener los recursos para crear el mapa. Este tema demuestra la capacidad de destrucción del ser humano en nuestro propio planeta para conseguir cosas realmente inútiles. A raíz de ello, se sumaría el posible desacuerdo entre los grupos ecológicos y diversos sectores de la población que no estarían dispuestos a dejar caer sobre ellos un mapa de tales dimensiones.


Todo esto os podrá parecer ficción, pero la ficción no supera a la realidad, a no ser que la realidad no sea real, entonces, ¿qué es real? Definitivamente, creo que empezaremos por proyectos más pequeños.

lunes, 13 de mayo de 2013

Nota desde una BlackBerry.

En alguna ocasión, cuando una pizca de inspiración me viene, intento escribir alguna que otra cosa en los llamados "bloc de notas" de mi BlackBerry. Es un sitio un poco incómodo para escribir; deforman los textos convirtiéndolos en algo mucho más alargado de lo que la realidad los presenta. Este es el ejemplo. Un noche escribí esto:

"Vale, esta es la situación. Es la 1:41 de la noche, estoy en Barcelona y no puedo dormir. Lo cierto es que la siesta del mediodía me ha quitado el sueño de esta noche. Matar el tiempo escribiendo notas que quizás nadie leerá puede resultar muy deprimente, pero no caeré tan bajo como para contar las horas de sueño que me quedarían si empezase a dormir ahora y tuviese en cuenta que me he de levantar a las siete de la mañana. Hoy he hecho una interesante perspectiva sobre el futuro próximo: estudios, amistades, fiestas, amores... Nada productivo. Podría añadir que hace mucho calor y no encuentro la posición perfecta para conciliar el sueño, además, se oyen unos sonoros ronquidos anónimos. Hoy es 10 de abril, un día como otro cualquiera que no consigo dar por finalizado debido a mi ocasional insomnio, ¡joder! La verdad es que me gustaría ahora mismo haber tenido a alguien con quien compartir mi aburrimiento nocturno pero, como es de esperar, a estas horas, días lectivos, no hay nadie conocido despierto. Se da el caso de que me he puesto nostálgico, pero luego he pensado en los buenos momentos que vienen desde ese futuro próximo del que hablo. Bueno, sabiendo que hasta ahora esta es la nota más larga que he escrito concluyo: 10 de abril, 2013, ya son la 1:50, buenas noches."

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Cerró los ojos y deseó estar soñando. Gotas incontroladas de sudor recorrían su frente. Creyó ser víctima del pánico queriendo poner fin a todo de una vez por todas; dejar apartado el sufrimiento. Nada parecía real, ni si quiera era consciente de la importancia de sus actos.
Habiendo asimilado los hechos minutos después, decidió tomar el camino difícil y continuar. Pero, para entonces, ya era demasiado tarde. La indecisión fue la culpable. La duda le arrebató aquello que nunca supo valorar lo suficiente.
La luz del sol lo cegó instantáneamente; aunque en ese momento prefería que hubiera sido eterno. De repente, algo lo empujó a tener coraje. Unos dicen que fue el rencor, otros que el propio miedo… Pero la realidad habla por sí sola. El destino estaba escrito; había llegado su hora.

                                                                                               
                                                                                                                                            Sara Martínez                                                                     

PUERTA 13 Capítulo 1


     

1

         Todos los científicos del centro se apelotonaban alrededor de la galería con cristal protector que había sobre la sala de experimentos. La cual, era una habitación circular completamente blanca, que recordaba precisamente a una sala de operaciones por su cantidad de luces cenitales y aquella pulcritud un tanto macabra, por no hablar de la cantidad de instrumentos un tanto dispares. Alrededor de la sala habían puertas de grueso acero y blindadas que marcadas por un número rojo concretaban el ensayo que ahí dentro albergaban. Y desde la ventana abovedada que por encima de estas puertas, como galería que era, daba una visión magnífica de lo que sucedía ahí abajo, en aquella sala de experimentación hermética, a los científicos que intrigados se fijaban en aquella rutinaria prueba y muestreo de datos de la puerta 13.
Tres investigadores estaban situados en la sala: uno armado con una gran vara metálica con dos diodos en la punta.  El siguiente con una libreta para apuntar y comprobar.  Y el tercero, más atrás, con la única misión abrir y cerrar la puerta de la habitación del ensayo biotecnológico que se iba a tratar.

                -Experimento nº13. Día 24 de mayo de 1985. Desde el centro RBRC, el profesor Svaytoslav con su ayudante Mikhailov se dispondrán a tomar datos y a realizar un análisis rutinario con el individuo, el cual tiene implantado un nuevo plásmido: el HIC 34.- Narró una voz monótona desde un altavoz.- Ahora se procederá a abrir la puerta blindada que dejará vulnerables a los tres dotados científicos que hay en la sala de experimentación. Por tanto, se autorizará la utilización de elementos con diodos de descarga eléctrica con el fin de defenderse en caso de riesgo.
El científico que estaba controlando la puerta, con un gesto que denotaba la seguridad que tenía en aquel momento, abrió la puerta pulsando con fuerza el botón rojo. Día tras día pasaba por aquel desarrollado plan de trabajo. Que de forma monótona realizaban, cada uno con su tarea precisada. Este gran proyecto únicamente se basaba en un "ensayo y error": probar nuevos plásmidos que alteraban el genoma y añadírselos a algún objeto a analizar. Esperar, reunir datos y desecharlo por una causa cualquiera mientras otros científicos desarrollaban nuevas inyecciones que volverían a suministrar con nuevos plásmidos.

Y este nuevo experimento, como otro cualquiera, no llegaba a asombrarle. Los hombres del laboratorio dijeron que habían multiplicado la dosis y habían añadido un gen nuevo experimental.  Bajo el punto de vista de aquellos expertos,  este gen,  sería un gran cambio respecto a lo hecho hasta ahora. Pero como sabían todos, eso se había dicho siempre con los nuevos experimentos. Iba a ser un muestreo como otro cualquiera, se dijo a sí mismo Dmitrii Markovic. Pero estaba engañado.

 



martes, 7 de mayo de 2013

Ya no seremos naturales, seremos sintéticos.


Todos moriremos debido a que todo es cancerígeno y mutagénico y maligno y contaminante e imperturbable por el paso del tiempo  y... ¡Llegará el día en que todo sea sintético! Comeremos pan y beberemos agua sintética. Pasearemos a nuestras mascotas creadas a medida y gusto del amo. Crecerán árboles tropicales en zonas polares debido a nuestra acción. Entonces nos preguntaremos si de verdad todas esas cosas son reales. Entonces... Entonces, ¿seguiremos siendo animales? Habremos perdido todo instinto natural, toda mínima conexión que nos hacía partícipes de la naturaleza. Nosotros no construiremos máquinas, nos convertiremos en máquinas, es más, nos estamos convirtiendo en máquinas. Ya no seremos naturales, seremos sintéticos.

martes, 30 de abril de 2013

Sin saber quién soy


      Fue inmediato. Sintió un intenso dolor y notó como todo daba vueltas. Perdió la visión. Perdió la noción del tiempo y la realidad hasta que, un inquietante escalofrío recorrió su cuerpo. Entonces, despertó. Fue un despertar como el que nunca antes había sentido. Se sentía liberado. Se sentía ligero, como si se hubiera quitado un grandísimo peso de encima. Se sentía extremadamente bien, tan extremadamente bien que algo le decía por dentro que aquello no era posible, que aquello era irreal.
Se levantó y paseó tranquilamente la vista por aquel sitio. Era un lugar totalmente blanco y luminoso. Daba una sensación de calma y paz total. Una suave brisa acarició su mejilla mientras susurraba reconfortante y se hacía eco en la inmensidad de aquel espacio. Se miró los pies. Iba descalzo.
-Bienvenido al lugar de los sueños, de los sueños eternos. - dijo alguien detrás de él – Veo que eres nuevo por aquí, Igor.
Igor se giró repentinamente sobresaltado y con cara interrogante.
-¿No te llamas Igor? El problema es que a todo el mundo nuevo que llega a este lugar le llamo Igor al principio, pero no sé por qué.-
-No me llamo Igor, me llamo…-
-Bueno Igor, ¿cómo has llegado aquí?, ¿fue doloroso?- Preguntó el extraño
-¿Doloroso? ¿Cómo? Esto… creo que no te entiendo. Estoy un poco confuso…- dijo Igor. Se encontraba mal. Desubicado, confuso, perdido, no sabía dónde estaba y, aún peor, no sabía cómo había llegado allí.
- Bien, estás pasando por el proceso normal. Tranquilízate, ahora llegarás a la fase de aceptación. Sígueme, por favor.- dijo aquel extraño individuo.
Todo aquello era cuanto menos irreal. Parecía un sueño. Igor reorganizó sus ideas. Primero había habido aquel dolor intenso, más tarde, había perdido el conocimiento. Después despertó en este extraño lugar donde un hombre desconocido le hablaba de cosas sin sentido. El lugar era blanco. Desconcertantemente blanco. Tan blanco que daba una extrema sensación de tranquilidad y alivio.
Aquel hombre era muy raro. Iba vestido con un impecable traje blanco. Rubio con unos ojos negros penetrantes y más de metro ochenta y cinco de estatura, imponía autoridad solo con su presencia. Era imposible adivinar su edad. Era algo muy difícil de explicar. Su rostro era maduro pero no estaba castigado por el paso del tiempo, pero su mirada reflejaba una gran sabiduría y experiencia. Igor siguió a su impoluto guía hasta que pararon en un lugar donde la unanimidad blanca se difuminaba con el color azul claro. Era el azul del cielo. Igor esbozó una sonrisa al volver a ver el cielo.
-A veces las cosas más pequeñas son las que tienen un valor más grande- dijo el guía impoluto. Aquel era el “mote” mental que le había dado Igor a su compañero.
- Acércate y salta- y entonces el hombre se arrojó.
Igor siguió las instrucciones del hombre. Se acercó al sitio donde el guía impoluto había saltado y observó. Miles de metros más abajo se extendía un vasto desierto de arena. Igor saltó. Siguiendo las leyes de la física y según la fórmula del movimiento rectilíneo uniformemente acelerado, aquella caída tendría que ser mortal. Igor tuvo miedo. Entonces chocó contra el suelo. No fue doloroso pero Igor notó el contacto con el suelo, y no fue algo agradable. Se levantó y se sacudió la arena. El guía impoluto estaba delante de él.
-Ya aprenderás a caer de pie, yo cargo con unos cuantos miles de años de experiencia- dijo el guía y soltó una elegante carcajada.

Ahora no todo era blanco. Había dos colores. El interminable color crema de la arena que contrastaba con el intenso azul del cielo sin nubes. Veinte metros delante de ellos se vislumbraba tenuemente una pequeña casa blanca. La casa se podría definir como el estereotipo del minimalismo. Era un cubo perfecto con una puerta y dos ventanas ordenadas de manera simétrica en la fachada.
-Ahí nos dirigimos- dijo el guía impoluto e Igor asintió. Acto seguido echaron a andar.
- ¿Qué es este lugar? ¿Cómo he llegado aquí? - dijo Igor al cabo de unos minutos
- Todos preguntáis lo mismo y nadie de vosotros se para a observar. Por eso estáis aquí, porque no conseguís asimilar lo que realmente os ha pasado. Abre los ojos, Igor,  dentro de poco descubrirás donde te encuentras.
Igor quedó completamente aturdido con esa respuesta. Alguien dijo aquello de que cuantas más preguntas respondas más preguntas aparecen acerca de las respuestas que acababas de descubrir. Así que Igor se planteó si, realmente, esto le había ayudado a descubrir más o a desconocer más.
Llegaron a la casa. Abrieron la puerta. La casa únicamente constaba de una habitación amueblada con una mesa baja de madera de roble circular en el centro rodeada por unos cómodos sofás de color naranja. El suelo era de parqué y las paredes estaban recubiertas de estanterías hasta llegar al techo. En la pared contraria a la puerta había una chimenea de leña en la que un fuego estaba encendido. No había ventanas. La luz era tenue y reconfortante. Aquella visión acogedora contrarrestó toda la confusión y las dudas que pasaban por la mente de Igor.
-Toma asiento, ponte cómodo. Puedes coger cualquier libro de la estantería. Te aseguro que encontrarás de todo y cuando digo todo, es todo.-
- Está bien- dijo Igor
- Ahora me voy. Recuerda esto: a las dos y media estaré de vuelta. Ahora nosotros no podemos hacer nada, todo depende de ti.- dijo el guía impoluto.
A Igor le cambió la expresión de la cara. Pensaba que había llegado a esa casa donde el guía impoluto le explicaría todo lo que pasaba. Hasta ahora se lo había tomado con calma, con demasiada calma. Estaba confuso, aturdido, no sabía dónde se encontraba y, entonces, apareció aquel extraño hombre del traje blanco y la mirada profunda. Sus frases cargadas de misterio le habían desorientado aún más y ahora, llegó el momento en que Igor estalló.
-¡¿Cómo?! ¿¡Te vas y me dejas aquí solo en una cabaña en medio de un desierto después de haber saltado desde una nube a dos mil kilómetros de altura sin haber resultado herido?! Después de todo esto, ¿no me vas a contar que está pasando? ¿Te limitas a dejarme encerrado en una cabaña? ¡Esto es irreal! ¡Ya basta, la broma ha terminado!- gritó Igor mientras el guía impasible le daba la espalda y se dirigía hacia la puerta.
-¡Escúchame! ¡¿Qué coño está pasando aquí?! ¡¿No me lo vas a explicar?!- dijo Igor enfurecido y a la vez sorprendido de la reacción de su enigmático compañero. El guía impoluto siguió su camino hacia la puerta. Se giró y pronunció las más misteriosas palabras que Igor había oído hasta entonces:
- Recuerda quién fuiste-
Entonces el guía impoluto desapareció. Igor le llamó, gritó al techo y a todas las demás paredes de la casa. No recibió respuesta. ¿Era aquello un sueño? ¿Podría ser que se despertarse de golpe en su cama sudando y esto solo fuese una pesadilla? Igor estaba desconcertado. Se sentía perdido. Se sentía indefenso. Era la peor situación que podría tener un hombre, el desconocerlo todo. No entendía dónde estaba ni cómo había llegado allí. Entonces intentó sacar alguna conclusión de todos los sucesos que había pasado y de todas las palabras que el hombre del traje blanco le había dicho. En ese momento Igor recordó. ¡El guía impoluto nunca le había preguntado su nombre! ¡Simplemente le había llamado Igor! Y él había dicho que no se llamaba Igor que se llamaba… Igor tuvo miedo. No saber dónde te encontrabas era muy desconcertante, pero era peor no saber quién eras. Igor no se acordaba de su nombre. Intentó hacer memoria, buscar en su mente el recuerdo de dónde había estado antes de llegar a aquel sitio blanco. No lo consiguió. La desesperación llegó a Igor y el terrible miedo a lo desconocido le invadió. Solo pudo soltar un grito y levantar los brazos. Igor empezó a golpear las estanterías y a tirar todos los libros. Pero detrás de los libros había más libros. ¡Y detrás de aquellos libros había más libros y más libros! Entonces, en un arrebato de rabia, Igor cogió algunos libros del suelo y los lanzó contra la chimenea. El fuego los consumió. Igor saltó encima de la mesa y empezó a gritar hasta que no le quedaron fuerzas y entonces se durmió.



                          



Igor despertó. Se encontraba tumbado boca arriba encima de la mesa.  Se incorporó poco a poco y observó la terrible escena a su alrededor. Todo tendría que estar destruido, recordaba haber roto estanterías y lanzado libros por los aires. Recordaba como las páginas de literatura habían sido maltratadas y arrancadas sin ningún tipo de miramientos. Ahora, todo estaba recogido. Todo se encontraba tal como estaba antes de aquel destrozo. Igor se sorprendió.
-¡¿A qué estás jugando?! ¡¿Qué quieres de mí?!- gritó Igor.
Entonces observó que encima de la chimenea reposaba un reloj. Igor se levantó de la mesa de golpe y saltó al suelo. Recordaba como el hombre del traje blanco le había dicho que llegaría a las dos y media. Eran las doce de la mañana. Seguramente había encontrado dormido a Igor y con todo el destrozo que había visto se debería de haber largado enfadado. En ese momento Igor se preguntó, ¿por qué el hombre del traje blanco había recogido todo lo que había roto Igor? ¿Cómo era posible que hubiera dejado todo como si hubiese permanecido intacto?
Igor se sentó en un sofá y observó la estantería que tenía enfrente, llena de libros. Se alegró de reconocer a muchos autores conocidos por él. Encontró a Shakespeare, a Cervantes, pero no sólo a los clásicos. ¡Todo lo que buscaba lo encontraba! Aquello se convirtió en un entretenimiento. Encontró a los grandes de la ciencia ficción: Asimov, Wells, Philip K. Dick, U. LeGuin… Todos aquellos libros le apasionaban durante su adolescencia. “La Guerra de los Mundos”, “La Fundación”, “Un Mundo Feliz”, “Crónicas Marcianas”. Encontró todos los libros del mago más famoso del mundo de la literatura: Harry Potter. Se asustó al encontrar también libros que nunca leería o que odiaba debido a traumas infantiles: “Las aventuras de los Cinco”. Recordaba las eternas meriendas de aquel grupo de cinco jóvenes que cada verano pasaban una aventura nueva. Siempre aparecía la cerveza de jengibre rodeada de un ambiente alegre acompañado por tostadas de mermelada de fresa. Enid Blyton y sus libros de aventuras le aborrecían cuando era un niño. Siguió buscando libros y encontrándose con sorpresas hasta que su mirada se detuvo en un libro. El pánico, la desesperación, la confusión, el temor, todo volvió a Igor. Volvió a sentirse encerrado en aquel sitio, en aquel mundo, sin salida. Aquel libro se titulaba: “Esta es la historia de Igor”. Igor tuvo el temor de que ese libro se refiriera a él. Sabía que sonaba estúpido pero tuvo la necesidad de comprobarlo. Cogió el libro con furia de la estantería y lo abrió por la primera página:
“-Bienvenido al lugar de los sueños, de los sueños eternos. - dijo alguien detrás de él – Veo que eres nuevo por aquí, Igor.
Igor se giró repentinamente sobresaltado y con cara interrogante.
-¿No te llamas Igor? El problema es que a todo el mundo nuevo que llega a este lugar le llamo Igor al principio, pero no sé por qué.-
-No me llamo Igor, me llamo…-“
Aquella era la conversación que había tenido con el hombre del traje blanco, el guía impoluto, el señor de la mirada profunda y las frases misteriosas. Alzó la vista hacia el reloj de la chimenea, eran las doce. ¡¿Eran las doce?! ¿¡El reloj siempre marcaba la misma hora?! ¿¡Estaba estropeado?! Igor, con el libro en la mano aún, corrió hacia la puerta de la casa, la abrió y salió corriendo a través del inmenso desierto. Corrió durante, al menos, una hora entera aunque había perdido totalmente la noción del tiempo. Cuando ya no pudo más se desplomó sobre la arena y se durmió.
Igor despertó. Se encontraba tumbado boca arriba encima de la mesa.  Se incorporó poco a poco y observó la terrible escena a su alrededor. ¡Se encontraba tumbado encima de la mesa de aquella maldita casa! Un escalofrío recorrió el cuerpo de Igor el cuál se arrinconó en una esquina. Y entonces, lo volvió a encontrar, el libro se encontraba en el mismo sitio de la estantería de donde lo había cogido. Miró de nuevo al reloj y eran las doce. Igor no entendía nada. Cerró los ojos para volver a abrirlos y ver si aquello no era real. Pero al abrirlos se encontró que estaba en el mismo sitio. Entonces empezó a llorar. Lloró tanto que un charco de lágrimas se formó a sus pies. Igor siguió llorando durante horas. Al final, observó como en el charco de lágrimas se reflejaba su propia cara. Vio a un hombre cansado y mal arreglado. La barba le había crecido e iba totalmente despeinado. Era una imagen desastrosa. Entonces recordó las últimas palabras del hombre del traje blanco: “Recuerda quien fuiste”. Igor se levantó, se secó las lágrimas, se frotó la cara y fue a coger otra vez el libro de la estantería. Pero entonces pensó: El hombre me dijo que encontraría todos los libros que buscase, todos los libros. Igor encontró justamente al lado del libro de “Esta es la historia de Igor”, un libro bastante más grueso llamado, “El libro que buscas”. Decidió ojearlo:
Nací el 12 de febrero de 1985, en Barcelona. Mis padres me contaron que pesaba 3.5 kilogramos […] Con 13 años besé a la primera chica. Se llamaba […] Me persiguen por algo que no he hecho, han puesto palabras en mi boca que jamás he dicho […] “
Igor leyó las últimas páginas. Y empezó a recordar:
“Está apuntándome con una pistola, sabe que sé demasiado, no dejarán que saque a la luz todas sus acciones […] Este no será el final, ¡no puedo morir!”


Igor lo entendió todo. No podía morir, tenía aún muchas cosas que hacer, pero sin embargo, ahora lo había descubierto, estaba muerto. La pistola apuntándole a la cabeza… Había sido asesinado. Había muerto defendiendo sus ideas y eso es lo que aún le mantenía vivo. Estaba muerto pero aún existían dentro de él las ganas de vivir. Había llegado a aquel lugar porque no había sido capaz de aceptar su propia muerte, no podía morir cuando le quedaban muchas cosas por hacer en el mundo de los mortales. Pero sin embargo, fue asesinado. El pensamiento de Igor perduró después de su muerte. Él era un fantasma que no aceptaba haber tenido que morir, y menos, de aquella forma.
Lo había conseguido, ya no estaba desesperado, ahora estaba enfurecido. ¡Había sido asesinado! No podía sentirse contento. Alzó la vista y contempló el reloj de encima de la chimenea. Marcaba las dos y media. La puerta se abrió y entró el hombre del traje blanco.
-Excelente, ya sabes por qué estás aquí- dijo el guía impoluto
- ¡Sí, estoy muerto y no debería estar muerto!- respondió Igor
-La realidad es que estás muerto y sí debes de seguir estando muerto.- dijo el hombre del traje blanco-  Ese es vuestro problema, cuando descubrís quienes fuisteis y cuán trágica fue vuestra muerte, sucede lo que llamamos trauma post-muerte. Ahora lo único que deseas es venganza. Por eso vosotros, los fantasmas, nunca descansáis en paz, porque no aceptáis el hecho de que os hayáis muerto.
-No necesito descansar- dijo Igor
-Créeme Igor, vagar eternamente por el mundo de los vivos no es la solución a tus problemas- dijo el hombre del traje blanco.
-¡No me llamo Igor!-

                                                                                                                                       Tomeu Martorell

Una cuestión...


Una cuestión en la cual todos hemos pensado alguna vez y hasta gente, de esa importante y al parecer con nombres griegos, han filosofado a lo largo de nuestra existencia en este planeta: ¿Qué es este mundo que nos rodea?
Ya hubo uno que dijo “pienso luego existo”; que viene a decir que todo lo que nos rodea existe justamente porque somos conscientes de  ellos. En otras palabras, si el universo es tan complejo será por algo.

¿Pero, si es tan complejo, podemos lograr a entender cómo funciona?

Muchas teorías ha habido a lo largo de la historia y, cada vez, hemos ido logrando ideas más completas con las que llegar a entender esta gran incógnita. Luego, estas grandes hipótesis han tenido que revolucionar la ciencia y la moral de la época, por tanto, cabe esperar que las nuevas empiecen por parecer locuras que rozan lo absurdo; pero, ¿no fue tratado el mismo Galileo, Einstein o Plank como un loco cuando postuló sus ideas?
Por consecuencia, se tendría que observar detenidamente cualquier sugerencia a ser respuesta de las cuestiones que más se han querido contestar, y por tanto, no desechar ninguna teoría que se desvía de la razón únicamente por ser algo brillante en imaginación.